sábado, 31 de julio de 2010

Leyenda de "La Casa de la Cruz de Palo"





















La calle del Sacramento



duerme en un encantamiento secular.



Con sus vetustas mansiones,



sus palacios infanzones,



y sus amables rincones



tan dulces para soñar...




Sirvan estos versos de Carrere para encabezar una de las leyendas por él preferidas. Porque es aquí, en la calle del Sacramento, esquina a la del Rollo, donde estuvo la casa de la Cruz de Palo, que hoy nos ocupa.



Vivieron en ella un noble árabe y su esposa, bella agarena que había cautivado con su hermosura a un caballero español. Se veían al anochecer, cuando las estrellas comienzan a platear los deseos, y se despedían al alba, cuando las primeras luces obligan a esconder las ilusiones. Un mal día, dejó de aparecer el amante y los ojos de la musulmana se volvieron más negros y profundos: como dos pozos de amargura.









Corrió el tiempo, murió el islamita y su cuerpo fue lavado, envuelto en un sudario y sepultado directamente en la tierra, de costado y con la cabeza en dirección a la Meca. Días más tarde, su viuda manifestó el secreto tantos años guardado: "Fui descubierta con mi galán una noche en que la luna llena nos hizo perder la noción del tiempo. Ciego de celos, mi marido mató a mi enamorado y, desde entonces, el techo de ésta vivienda ha servido de nicho a su cadaver".



Después de su confesión se convirtió al cristianismo y, como desagravio mandó colocar una cruz de madera en aquel tejado, tumba que fue del caballero español.















La calle del Sacramento



duerme en un encantamiento



de leyenda, y a la luz



de la luna nos inquieta



la medrosa silueta



de la Casa de la Cruz.















(Del libro "Relatos del viejo Madrid")

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